lunes, 27 de mayo de 2013

Criminal Minds

 


Podría, si me diera la cabeza para ello, escribir hasta la saciedad sobre esta, la que yo considero, MI serie. 8ª temporada recién acabada el pasado miércoles, 185 capítulos... Eso son por lo menos, pongamos 175 psicópatas distintos, cada uno con su original desviación mental, manifiesta en un MO (modus operandi) distinto en sus crímenes. Diferenciación en victimología, en como abducirlas, en el modo-cantidad-duración-intensidad de tortura, en la forma de deshacerse del cadáver, en la motivación, el desencadenante, el escenario... En resumen, el comportamiento de estos individuos (unsub - unknown subjects - sujetos desconocidos) y su reflejo en un crimen en concreto. Algo tan fascinante, complicado y variable es lo que estudian los profesionales de la BAU (Behavioural Analisis Unit - Unidad de Analisis de Conducta) del FBI. Mis protagonistas de la serie. Cada uno, una cara del prisma que descompone en rasgos básicos a estos perturbados asesinos.
Tenemos, como es más que lógico, al jefe de la unidad, Aaron Hotchner (Thomas Gibson). Un hombre extremadamente serio, contadas son las ocasiones en que ha sonreído en estas 8 temporadas. Extremadamente trabajador y entregado a su vida profesional, pierde a Hayley, su esposa y anterior novia desde el instituto, cuando ella se cansa de ser secundaria en la vida de su marido, siempre más preocupado por su trabajo. Pero Hotch siempre ha sido un padrazo para Jack, lo cual se hace aún más evidente después de que Hayley sea asesinada, quedando Jack completamente al cuidado de su padre. Tal vez, la obsesión de Hotch por ser el agente perfecto se deba a que nunca se sintió perdonado por su padre cuando abandonó el derecho (profesión paterna) para ingresar en el FBI...
Por otro lado, antes de que Hotch fuera el jefe, hubo otro jefe: Jason Gideon (Mandy Patinkin) que realmente era el agente, compañero, superior y criminólogo perfecto. Un gran hombre, compasivo con las victimas, implacable con los malvados, capaz de saber siempre qué, cuándo, dónde y porqué iban a ocurrir algo malo y se anticipaba... hasta que no pudo anticiparse a la muerte de un ser querido y lo abandonó todo con solo una carta de despedida a solo uno de sus queridos agentes y amigos.
El hueco de Gideon era un vacío tremendo que dejaba la serie un poco coja. Era imprescindible dar con esa figura de más edad, infinita experiencia, insaciable ansia de acabar con el mal en el mundo para proteger a los indefensos. Y así apareció el agente retirado que vuelve al trabajo, Dave Rossi (Joe Mantegna). Nunca quiso ser más jefe que Hotch, aunque impone el mismo respecto; rico, sofisticado, extrovertido (de ahí sus diversos matrimonios fallidos) y maniático de su propio orden, Rossi es un personaje que cae simpático desde el principio. Es una eminencia, sus libros en ciencia del comportamiento y casos que investigó, son best sellers nada más publicarse. Una figura admirable para todos los que quieren algún día ser la mitad de buenos que él, ese intuitivo hombre que nunca jamás se deja pillar de imprevisto ni por el psicópata más inteligente. Y, al igual que Gideon, aún más sorprendente es que combina en igual proporción cerebro con corazón.
Tenemos el jefe y el experiente, ahora necesitamos al tipo duro, el prototipo de agente que pone la parte de acción y de lo que se espera de un equipo que trabaja para el FBI: persecuciones, golpes, arranques de mal humor pero también el toque más juvenil y humano. Derek Morgan (Shemar Moore) es ese miembro del equipo, afroamericano (con todo el juego que puede dar eso al crearle un pasado difícil que tuvo que superar para llegar donde está), deportista y claramente admirado por las féminas, fuerte como una roca, pero siempre preocupado por todos los demás. El pasional Morgan, el primero en reír y hacer bromas (la media mitad del perfecto tandem Morgan-Garcia) pero también el primero en pegar cuatro gritos y, si se tercia, cuatro puñetazos al malo de turno, sobre todo si se demuestra que es un malo tipo abusón. Su especialidad son los artefactos explosivos y el terrorismo a gran escala. Espíritu de superación, Morgan es el hombre 10 de manual.
No todo en la BAU son tipos duros... también tenemos a las tipas duras! Todo empezó con Elle Greenaway (Lola Glaudini), hija de un policía muerto en acto de servicio, la chica prometía mucho pero duró poco... Digamos que la chica por excelencia ha sido Emily Prentiss (Paget Brewster). Hija de una embajadora, antigua miembra de la Interpol y experta en terrorismo tipo fundamentalismo religioso, el punto fuerte de Prentiss es su sangre fría, su racionalidad y su capacidad para no dejarse afectar de forma personal por nada de lo que ve en el trabajo. Extremadamente valiente, siempre se presenta voluntaria para misiones de infiltrarse como agente encubierto (aunque entre pitos y flautas, siempre acaba mal y se pone en peligro). Su vida social es escasa, solo se le conoce una relación sentimental y es precisamente con un cruel terrorista de la IRA, que terminará por acabar con ella (aparentemente). Es buena amiga de todos los demás miembros del equipo, demostrando cierta afinidad diferencial con cada uno de ellos. Tal vez por eso, se la echa tanto de menos desde que fue transladada a Londres.
El puesto vacante de Prentiss, en esta última temporada, lo ocupó la novata en la unidad pero con una amplio pero revoltoso pasado en el FBI, Alex Blake (Jeanne Tripplehorn). Poco se sabe de ella. Es buena escuchando y aconsejando, también se desvive por su trabajo y su afán por superar las adversidades de años atrás y demostrar su valía, es lo que han llevado a Blake a acabar en la BAU. Aun sigue integrandose y a ver que es de ella en el futuro.
JJ, Jennifer Jareau (AJ Cook) empezó como enlace entre la unidad y las agencias de policia locales en cada crimen. También era la mediadora de prensa, encargada siempre de dar comunicados y responder a las preguntas de los periodistas. Pero de pronto fue transladada al Pentágono por ser la mejor en su trabajo. A pesar de que no le disgustaba su nuevo puesto y le dejaba más tiempo que podía pasar con su marido Will y su hijo Henry, echaba de menos la BAU y decidió volver en cuanto pudo. Pero esta vez como agente de campo y criminalista aunque parte de su anterior puesto lo sigue desempeñando también. De apariencia frágil, la dulce y preciosa JJ es una deportista, mucho más difícil de roer de lo esperado.
Llegando casi al final, encontramos a ese estrafalario ser que tanto y tan poco encajan en este trabajo. Penelope Garcia (Kirsten Vangness) era una hacker, metida en líos unos tras otros tras la muerte de sus padres y debido precisamente al trauma que eso le causó. La joven Garcia entró en el FBI cuando estos se dieron cuenta que su talento informático les servia de mucho más dentro de su central que llevando a esta genia a la carcel. Garcia es la analista de datos de la unidad. Se dedica básicamente a buscar toda la información que el equipo le pide, cruzar parametros para eliminar o cercar sospechosos, infiltrarse en bases de datos donde puede haber algo de utilidad para los casos... Y todo eso, siempre, a la velocidad del rayo. Garcia es la antítesis estética de lo que se esperaría de alguien trabajando para el gobierno americano: sonriente y radiante, siempre viste colores chillones (conjutados con el maquillaje) y diseños absurdos, cambia de color de pelo frecuentemente y se lo recoge con peinados bastante infantiles, decora cualquier espacio que le pertenezca con muñecos y demas adornos alegres. No tiene tolerancia para ver imágenes de crímenes y prefiere, si puede ni mencionar detalles escabrosos. Extremadamente sensible, se dedica en su tiempo libre a organizar grupos de apoyo para victimas y familiares. Se preocupa por todos en el equipo y les cuida con todo su amor, aunque su mejor amigo en el mundo es Morgan; tienen la relación que todo el mundo querría alguna vez tener con alguien alguna vez. Pero ellos dos son únicos.
Y como siempre dejo para el final, lo mejor: el Dr. Spencer Reid (Matthew Gray Gubler), el genio. Tímido, inseguro, con habilidad social nula, pero por otro lado la mente más brillante del FBI, Reid se unió al FBI con 22 por ser, básicamente, de inteligencia y capacidad mental muy superior a cualquier otro candidato. Su IQ es de 187, puede leer 20000 palabras por minuto y tiene una memoria fotográfica alucinante. Todos los libros que han caido en sus manos los ha leido (en tiempo record) y además lo recuerda todo. Es el encargado de mencionar citas celebres siempre que se necesita asi como de recitar de carrerilla cualquier dato que se le pregunte. La vida de Reid ha sido tremendamente dura. Su madre es esquizofrenica (toda la vida del pobre Spencer ha estado asustado de heredad de ella esa condición) y su padre les abandonó al no poder lidiar con la enfermedad de su esposa. De pequeño, como siempre iba adelantado en el colegio y debido a su poca sociabilidad (no toca a nadie si puede evitarlo), los demás chicos y chicas se burlaban de él y le humillaban. No es nada deportista ni le gusta usar su pistola mientras que por el contrario le gustan los trucos de magia, los experimentos de ciencia, las matemáticas, la lógica, el ajedrez y el arte. Es experto en todo dentro de la unidad pero lo que mejor se le da es sacar patrones y relaciones entre datos. Siempre se encarga de elaborar perfiles geográficos en los crímenes y siempre recurren a él para buscarle explicación a crímenes con escenario o transformación en las victimas demasiado notable.Y tras decir que su cerebro es excepcional, añadir que funciona así de bien a pesar de que Reid sufre dolores de cabeza de forma crónica y sin ninguna explicación médica posible. Al ser el niño del equipo y dada su innata ingenuidad e inocencia, todos en el equipo le protegen y le enseñan, sobre todo al principio. Ahora le siguen cuidando aunque ya ha demostrado que también es muy capaz de cuidarse solito...

Para no tener el coco al 100% he hecho un buen analisis de conducta a estos analistas que tanto me gustan no?

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