martes, 8 de enero de 2013

“Loyalty, honor and a willing heart… I can ask no more than that.”



En mi opinión, hay sentimientos que, en si mismos, lo valen todo. Independientemente de causalidad y consecuencias, sentirlos es maravilloso y habría que magnificar e incentivar esos minutos de oro en la vida. 

Pues señores, llamadme friki, infantil, rara, tonta... pero érase una vez la felicidad hecha cuento llamado "El Hobbit". Cuento escrito en 1932 (publicado en 1937), cuento de un padre a sus niños (en 1932 John tenia 15 años, Michael 12, Christopher 8 y Priscilla 3), cuento que desde entonces ha entrado en millones de casas y formado parte de la infancia de infinidad de niños, pequeños proyectos de personas potencialmente felices.

Me considero una de esas personas que le debe al Profesor Tolkien recuerdos preciosos de aquellos años mágicos. Pero el agradecimiento ahora es más acentuado, puesto que ya no es tan fácil acceder a la dicha (la vida adulta y sus problemas que apagan la llama); sin embargo, últimamente si que siento que hay algo bueno ahí y lo identifico bastante con la película de este cuento.  

Añadamos un GRACIAS del tamaño e intensidad del Universo a Sir Peter Jackson, al que ya le debo que mi adolescencia llena de hormonas, burlas, inseguridad y frustración fuera muchísimo más dulce y más digna de recordar gracias a sus 3 tesoros: la Comunidad del Anillo, las Dos Torres y el Retorno del Rey. Ahora además, puedo cargar a mis espaldas otra deuda hacia Peter por Un Viaje Inesperado. El regreso a la Tierra Media, a los enanos, hobbits, elfos, magos, orcos... El regreso a Imladris, a Bag End, Misty Mountains (a mi preciosa Nueva Zelanda y todas, cada una, hasta la más mínima localización)... El regreso a esas ropas, a las armas, al atrezzo, a las caracterizaciones... El regreso a las aventuras y a sentir la emoción!!! 

Todo en esta película es perfecto, como ya he ido dejando caer, pero hay cosas que necesito dejar para la posteridad. Cuando pasen 50 años y vea la película y se me ponga la piel de gallina, quiero recordar que nada ha cambiado y ahora esas mismas cosas estan grabadas a fuego en mi mente.

Quiero mencionar estas imágenes fijas en ningún orden en particular: cuando se cuenta la historia de Erebor la imagen de Thorin mirando a Thror regocijandose con el oro, el momento en que Gandalf parte la piedra y el sol golpea a los trolls, Gollum con la cabecita sobre la piedra pensando el primer acertijo, la imagen a contraluz de Gandalf cuando acude a la cueva de los goblins a ayudar a sus amigos, Thorin cuando Gandalf le abre la puerta de Bag End, Galadriel caminando con la túnica blanca tras ella y esos cristales bordados brillando como si ella misma fuera un diamante, la mariposa de humo de pipa, Bilbo decidiendo perdonarle la vida a Gollum, Rivendel y su eterno otoño, el Rey de Angmar y Radagast en Dol Guldur, Balin y Dwalin desvalijando la despensa, Fili y Kili vigilando a los ponies, la mirada en los ojos de Bofur cuando Bilbo les dice que no tienen hogar, Thorin a caballo cuando Bilbo aparece corriendo, el efecto que causa Orcrist en los goblins, las águilas volando al amanecer, Bilbo leyendo el contrato y Bofur explicando que morir incinerado no es para tanto, el ojo de Smaug, la marca en la puerta de Bilbo y la determinación en Thorin cuando se enfrenta a Azog en ambas ocasiones. 

Las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas.

Sin quitarle su merito a todos y cada uno de los personajes y actores (a los que adoro) de esta maravillosa superproducción, y para no extenderme hasta el soporismo sobrenatural, solo quiero hacer una mención a 6 de ellos por razones especiales.

A Bilbo y a Martin, por ser tan magnificos hilos conductores. Por vivir su aventura permitiendo a todos y cada uno de esos niños que leyeron el cuento, vieron la peli o ambas cosas, vivirla también. Por cada expresión de sorpresa, duda y resolución. Por esa sonrisa tan cálida, por esa extraña desbordante valentía. Querible hobbit, querido Bilbo.

A Gandalf por ser el artífice de todo, por crear las situaciones. Por resolver los problemas con inteligencia, coraje, justicia, una personalidad fuerte y bondadosa y, solo si todo lo anterior falla, con magia. Por comprender los deseos de los demás y por tener los suyos propios. Por ser el mismo pilar sobre el que se sostiene la compañía de Thorin y la Comunidad del Anillo. Y a Sir Ian, por ser la persona más encantadora, con el corazón más enorme y poblado de cariño, más entrañable y gracioso que he visto delante de mi. Definitivamente también es imposible no quererle.

A Frodo, aunque su aparición sea tan fugaz. No puedo evitar estremecerme al verle ahí, antes de todo, antes de nada, inocente, tranquilo, feliz. A Elijah, ángel de los ojos turquesa. Desde la infancia creciendo casi a la vez, viendole pasar en la gran pantalla por cosas que mi vida real me traía a mi, compañero en la distancia e imaginación. Por siempre, mi querido niño.

A Galadriel, poder, belleza, sabíduria, experiencia y corazón. Otra salvadora de causas aparentemente perdidas. Luz. A Cate, inspiración y perfección, la mejor para interpretar todo lo anteriormente descrito. Adorada musa.

A Gollum, no hay maldad de corazón, solo aquellos que toman caminos que no son los adecuados y se dejan llevar por lo incorrecto. Ternura tras unos ojos supuestamente maliciosos. Instinto, miedo, incomprensión y, sobre todo, soledad. Y por otro lado, tan gracioso y tan adorable. A Andy, posiblemente la persona con más capacidad de hacerse querer el planeta, con esa sonrisa imborrable, ese entusiasmo radiante, esa confianza que crea, ese brillo en los ojos que le cedió a su criatura. Por hacer que le quiera yo tanto.

Lloro mucho.

Finalmente y seguramente más extensamente, al personaje más importante de mi vida, a Thorin Oakenshield. El que podría ser rey pero exiliado, con unos valores sólidos e inquebrantables como las piedras que tanto aman los enanos. La nobleza, el honor, la valentía, la perseverancia, la fidelidad a los ideales, la entrega total a un cometido. Valores que ya no importan, pero en la época de Tolkien si, y mucho, y en El Hobbit se los regaló a Thorin entre todos sus personajes. Hijo y nieto de grandes nombres venidos a menos, condenado a reparar errores que no cometió, cabezota y orgulloso hasta la muerte porque no hay en su cuerpo o mente un ápice de duda sobre nada, un líder que no tiene problema en ser el primero en correr hacia el peligro en vez de enviar a otros, un alma frágil y deseando un poco de paz y descanso detrás de la fachada de control que muestra, un héroe con mayúsculas, mi príncipe de cuento perfecto. Cierto que al final del libro, Tolkien le muestra como antagonista en ciertas situaciones, un tinte de radicalismo, de bipolaridad. Al igual que Gollum, hay que entender que algunas cosas afectan a quien las vive también para mal. Y sinceramente, yo creo que tiene razones más que de sobra para decirle 4 verdades a todos los que le piden o reprochan algo a esas alturas; siendo humana (yo, él es enano), es la reacción normal y sana a veces, mandar a pastar a algunos. Por eso mi vínculo con Thorin es aún mayor que si el cuento hubiera sido de otra forma. El amor de mi vida imaginaria.

A Richard Armitage, quiero mencionarle por haber cumplido un sueño de toda la vida de esta niña criada entre cuentos de hobbits. Superar las expectativas de la perfección con la que yo veía a Thorin era tarea de títanes y Richard lo hace como si fuera muy natural. Sé de buena tinta que él mismo es un inmenso fan de Tolkien y de Peter y que era el primer interesado en que el papel de Thorin estuviera niquelado, pero esto es pasarse. Nuevo agradecimiento a Peter, por elegir a Richard. Esa voz tan profunda e hipnótica que narra grandes hazañas. Los ojos azules cristal ocultando esa delicadeza que existe pero no se puede permitir mostrar. La forma de andar, usar la espada, dar órdenes, de ir sobre el caballo, de mirar... dignas del legendario y altivo príncipe descendiente de Durin. Admirable en Richard, una personita que apenas mira a los ojos por su timidez. Una personita de una dulzura, una cortesía y una perspicacia rozando lo imposible. Pero es un trabajador al que además le sobra talento interpretativo como para hundir por peso 4 barcos como el Titanic. Y entiende a Thorin... seguramente le quiere de la misma manera que yo. Seguramente fue un niño criado entre cuentos de hobbits. Seguramente fue feliz de niño gracias a Tolkien y ahora lo es gracias a Peter. Cuando se acabe su tiempo en esta dimensión, se que un pensamiento de los últimos que él tendra será para Thorin... y sé que en mi caso pasará exactamente lo mismo, solo que ahora mi príncipe de cuento perfecto tendrá su rostro. Gracias a Richard por todo. Gracias por ser mi gran amor platónico de aquí a la eternidad. 

Hay sentimientos que, en si mismos, lo valen todo. Uno es la felicidad. Otro, el amor. A lo mejor son lo mismo. Llamadme friki, infantil, rara, tonta... pero ambos para mi en este momento se resumen en dos palabras: El Hobbit. 

Dejo de llorar y sonrio. 




PD: 339 días para el estreno de la Desolación de Smaug. 556 para Partida y Regreso. Esto no es nada! Ya casi estamos!

1 comentario:

  1. En estos momentos te envidio profusamente por ser capaz de generar sentimientos tan intensos y positivos gracias a un libro, a un escritor, a una película, a un universo.
    Te envidio porque yo salí del cine con una buena sensación, de haber disfrutado... y a otra cosa.

    Gracias por mostrarnos un poco de cómo sublimar en la adultez las extrañables vivencias que marcaron la infancia.

    Felicidades por el blog. Espero leer pronto una entrada sobre la Desolación :D
    (Ah, por cierto, soy Erin ;)

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